viernes, 6 de enero de 2012

Reflexión sobre la implicación del empleado en su empresa

Las nociones de fidelidad a su empresa y de compromisos han cambiado mucho hoy en día. Hasta hace nada más que unos 15 años, prevalecía la permanencia durante muchos años en una misma empresa, no era raro ver a empleados con 20 años de antigüedad, empleados que habían conocido 2 o 3 empresas en su carrera profesional.

No es que hoy en día ya no se vea. Pero la cosa ha cambiado mucho. Este artículo trata el caso de los mandos y potenciales.

Hoy en día el joven mando ve su contrato de trabajo como un jugador de fútbol ve su contrato que le vincula con su club. Hoy en día los Raúl son más bien pocos. No pasa nada si uno juega en un club hoy y en otro mañana. Está aceptado. Y en esta materia los 2 actores son responsables de esta evolución:

  • Los empresarios buscan el talento fuera.
  • Los talentos buscan la oportunidad fuera.

Eso en cuanto a los actores, pero también podemos encontrar otros motivos:

  • Los ciclos de la economía:
o   Los periodos fastos:
§  Facilitan la movilidad. Es como una bolsa (de hecho se habla de bolsa de empleo): hay mucho volumen de transacción, puestos que se liberan, ocupan, crean, etc.
§  Y también la estabilidad: se puede entrar en empresas de provenir y aspiramos a niveles profesionales o de renta a los cuales no hubiéramos podido acceder si no es gracias a la promoción interna.

o   Los periodos de crisis:
§  Facilitan la estabilidad: uno no quiere jugar a los malabaristas del empleo en tiempos de incertidumbre.
§  Y también la movilidad “diferida”: el paro aumenta y fuerza por la misma ocasión el cambio de empresa, lamentablemente con meses o años de plazo, plazo llamado “paro de larga duración”


  • La formación: consecuencia de la escritura, el humano está en constante proceso de progreso. Mejora su conocimiento y su saber hacer. Y eso le abre nuevas puertas.

  • La comunicación: por la comunicación todos tenemos ahora más conocimiento de distintos sectores de actividad, oficios, y empresas. Eso nos abre el campo de visión. Sabemos saltar de un sitio a otro: ni nos da miedo ni tenemos la sensación que solo existe lo nuestro.

  • El desarrollo de las relaciones: viva el networking y las tarjetas de visita. Muchos se han hecho verdaderos expertos del tarjetero, y todos nos hemos metido un mínimo en ello, eso es la ley de la jungla. Eso es como un chico en una fábrica de perfiles de aluminio, si se liga a la recepcionista mona hará todo lo necesario para no soltarla. La película cambio si trabaja en una empresa de azafatas de imagen.

En esta evolución, el compromiso moral ya no es hacía el otro sino hacia sí mismo: si uno se compromete no es por cómo se siente vinculado o por el sentimiento de pertenencia sino por no fallar al nivel profesional al cual quiere que se le valore. Juega también mucho la presión del boca a boca: “que se va a decir de mi”, “el mundo es un pañuelo”, “necesito una recomendación”, etc.

No estoy haciendo la apología del altruismo hacia su organización. Es una simple constatación. Ser de naturaleza comprometida o no tiene en ambos casos ventajas e inconvenientes tanto para el empleado como para la empresa.

Por lo que me toca soy más de la antigua escuela. Creo que el compromiso con su empresa corresponde a mi naturaleza y a mis necesidades. Pierdo oportunidades? Puede ser, pero ir de flor en flor puede costar mucho a la larga, la caída puede ser dolorosa, y coño: las oportunidades existen también en casa...

El oportunismo no viene a validar y recompensar la involucración, las aptitudes, el profesionalismo. Viene a recompensar el que tiene el ojo para meterse en el buen hueco. Pero las posibilidades de equivocarse aumentan y no da ninguna arma al interesado cuando los tiempos se hacen difíciles, estos no siempre son las grandes crisis, pueden llegar en cualquier momento.

La constancia, el rigor, el trabajo, la involucración son cualidades que pagan. Las empresas son no son plazas de toro, son campos de batalla. No hay que torear: toreando uno no gana nada, solo evita la corneada. Hay batallas, no todo son flores, en el mismo bando hay gente que cae bien y otra no tanto, hay momentos de trabajo intenso y otros de reposo, hay dificultades y pequeñas glorias, en definitiva hay de todo excepto facilidades y no hay sitio para la falsedad: mejor una buena bronca.

Ahora bien: hay una estrategia, una visión común, un mismo objetivo que tendrá sus rectificaciones y sus errores de camino. De ganar pequeñas batallas y perder unas cuantas, se busca ganar grandes batallas para pasar a ganar la guerra. La única diferencia en la empresa es que la guerra tiene un fin, en este caso esperemos que no J. Ese es el mundo de la empresa. Y que gusto vivirlo cuando se llega a hacer bien las cosas. Y para ello mejor estar bien enraizado, con convicción, en su bando.

Dónde está el gusto de este compromiso en esta batalla? En los contratos que se consiguen, en el ojo de la competencia que nos reconoce, en la perennidad de la empresa, en el reconocimiento mutuo empresa / empleado, en los proveedores que valoran a la empresa como un buen partner, en haber batallado por lo que se quiere, entero, sin mascaras, en el momento en el que el equipo se para y mira hacia atrás para ver todo lo que se ha mejorado y construido.

Este sentimiento de pertenencia a este todo es realmente bueno, alentador, fuerte.

Y si alguien se pregunta después de todo este rollo si soy de buena habla, la respuesta es: NO. Soy, áspero, imperfecto incorregible, muy duro conmigo mismo, pero muy involucrado. No soy un campeón del mundo de la comunicación especialista de la escoba o de echar balones fuera.

Aquí dejo una pregunta: tus colaboradores encuentran satisfacción y excitación en conocer más de su oficio? Se interesan por el producto de la empresa?

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