viernes, 16 de diciembre de 2011

El puto Jefe

El jefe es un cabrón, el jefe es tonto, el jefe no entiende el negocio, el jefe es un inútil, el jefe, el jefe, el jefe...

Pero qué coño nos pasa con los jefes?

Bajo este prisma a nadie le gustaría ser jefe. Pero porque muchos quieren ser jefes? No? Pero vamos, que si te lo proponen no dices que no. Eso si: serás mucho mejor jefe. Una po… serás el cabrón de jefe.

El jefe es una figura o un papel muy importante en la humanidad, por nuestro modo de pensar. Que sea en las empresas capitalistas, en los modelos más comunistas, en los mejores equipos de fútbol, en las tribus más remotas, en el grupo de amigos del barrio. Unos dirán que no, pero el jefe no se personificará en una persona sino en un grupo de decisión, pero siempre habrá uno que corte el bacalao, o destaque, y sino el jefe será el voto, pero en todo caso este grupo será el jefe. Unos para hacerlo más sexy le pondrán nombre anglosajón, "el leader" y hablarán de leadership, pero bajemos la pelota al piso: hablamos del jefe.

Yo creo que la humanidad ha creado esa figura y ha montado sus organizaciones a su alrededor para que esta funcione por conocimiento y reconocimiento tácito de su debilidad. El humano necesita seguridad, apoyo, alguien que tome las decisiones para él. Por eso se monta un sistema para tomar sus decisiones a través de eslabones superiores que él mismo ha creado. Eso crea una paradoja. Qué paradoja es esa?

El sistema democrático pone a nuestra cabeza un jefe de estado. La persona suprema del estado. El manda más. Entonces este no tiene jefe? Pero no necesitamos todos uno? Bien, pues este tiene unos cuantos:

  • Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Así que ya va un jefe (no quiero parecer sexista así que la inversa se podría considerar verdadera, aunque las mujeres son en el fondo más independientes (1)). Esta  mujer le compensa, escucha, apoya, y encarrila.
  • Las cámaras y cortes del estado.
  • Y en último recurso: el mismo pueblo que le puso dónde esta con el referéndum (si este lo solicita) y las huelgas y manifestaciones si este las provoca.


Esta es la paradoja. El jefe del jefe son sus subordinados. Incluso en el más radical y totalitarista de los sistemas. Lo único que cambia es el dolor, el esfuerzo, los costes, y el tiempo que serán necesarios para que este jefe oficioso pueda poner en marcha sus acciones y que estas tengan resultado.

Me podría extender mucho más así, con ejemplos y teórias filosóficas propias. Pero solo conseguiré que nadie lea mi blog porque las entradas son demasiado largas (que lo son) así que no lo haré. Solo haré un par de referencias:

  • Una a los romanos cuyo máximo mandatario inventó el senado porque sabía que necesitaba el apoyo del pueblo en sus decisiones y acciones.
  • Otra es anterior, se trata de los faraones. Cuándo el faraón era débil (en 5000 años de historia faraónica, muy pocos han sido los Ramses II), los sacerdotes les dictaban los deseos de los dioses haciéndose pasar por ellos escondidos en cámaras secretas entre 2 paredes comunicadas, por una apertura cerca del techo, con la cámara donde el faraón les imploraba. Ellos mismos conducían sus perversas manipulaciones (o no, quizás simplemente querían mantener un equilibrio o estabilidad de estado) en lo que llamaríamos "comités".


Así que eso: sigue cangándote en los muertos de tus jefes, porque es natural, y ellos seguirán existiendo, porque si no lo serás tú (y tu existes), y seguirán deseando encontrarse con sus seres más queridos para abrazarles, porque lo necesitan y porque jefe serás tú, y eso quieres.



Y por lo que me toca, nada de que quejarme.




(1)    El sexo débil bajo mi prisma no es la mujer sino el hombre, para entender mejor mis sentimientos, mirar la metáfora animada con una rosa vagina que se come el sexo débil (el hombre) en The Wall de Alan Parker.




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