domingo, 11 de diciembre de 2011

Homenaje a un amigo

De pequeño todos creemos que algún día haremos algo grande.

Yo lo hice: tengo la niña más bonita del mundo, y la sonrisa que da cada día a su madre es lo más grande de mi mundo. Mientras escribo estas palabras, siento y oigo como su aura invade los espacios de mi casa por oleadas. Ni siquiera las estoy viendo.

Pero de pequeño, no pensamos en eso cuando pensamos en algo grande. Pensamos en salvar vidas, ganar mucho dinero, hacerse famoso de una forma u otra. De pequeño hacer algo grande es ser reconocido por los demás por haber hecho algo que los demás no han hecho.

Tengo un grupo de amigos muy buenos. Llevamos desde la adolescencia sin tener que prometernos amor eterno, pero simplemente nos tenemos los unos a los otros. Todos viviendo a horas de avión del más cercano. Todos somos grandes por eso, pero uno de nosotros ha hecho algo grande, uno de nosotros hace algo grande como lo entendíamos de pequeño.

Esta persona es testigo herido de las peores consecuencias de los mayores desastres humanos detrás de su cámara. Es fotógrafo comprometido de la condición humana. Ya no se sabe si vive de ello, para ello, o con ello. Recorre el mundo detrás de aquello que le hace sufrir, viendo lo que no se quiere sin esta perversión morbosa del voyeur moderno, poniendo su vida en peligro, privándose del sibaritismo o de una simple estabilidad de vida. Pero, no llega a hacerle sufrir tanto que lo que está cazando, lo sabe. Su herramienta es su compañera, la utiliza como almohada cuando se desplaza con grupos de rebeldes en África porque es su vida, su profesión, su arte aunque esta palabra suene fea con lo que inmortaliza en sus fotos. El metal y el plástico de su cámara de foto son para él lo más dulce que tenga para dormir, no por la composición de aquellos materiales, sino por la parte de si mismo que se le arrancaría al ser victima de un robo con fines políticos, o por sacar unas monedas necesarias para hacer vivir la familia que acaba de inmortalizar.

No puedo hacer un inventario de todo lo que vivió, simplemente diciendo que la primera vez que le raptaron tenía 18 años, que no me sé ni el cuarto del décimo de lo que le pasó, y que sigue a lo suyo ya lo he dicho todo.

Así que os invito a recorrer su mundo en su web:

www.janjosephstok.com

Yo me voy a comer a besos aquella criatura que estoy oyendo.

Jan Jo, eres grande.

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